La vida sin sentido(s) - Insoportablemente vivo de Eduardo Nieva

Se levantó esa mañana y al mirarse al espejo no se vio contento con su cabello y decidió rapárselo. Al terminar, volvió su mirada al espejo y no se sintió conforme con su barba y también se la afeitó. Luego dirigió nuevamente la mirada al espejo de su baño y ya sus cejas le molestaban e hizo con ellas lo mismo que con su cabello y su barba. Al finalizar decidió mirarse al espejo y eran ahora sus pestañas las que le molestaban y una a una se las arrancó y luego ya irritado volvió con furia la vista al espejo que de a poco le mostraba una imagen mas real a la miseria que tenia en su alma y recordó la frase que dice: “Los ojos son el espejo del alma” y de inmediato decidió arrancarse los ojos. El lavatorio bañado en sangre que despedía un olor que lo dejaba más irascible aún lo llevó a tomar la drástica decisión de destruirse la nariz así que encendió las hornallas de su vieja cocina y después de unos minutos lanzó su rostro en dirección a estas y sin vacilar sosteniéndose bien fuerte con sus manos de los bordes de la cocina no desprendió por un largo instante sus narices o lo que quedaba de estas de esos soles de fuego azul hasta no soportar mas el dolor y a muy poco de entrar en shock se levantó frenético esta vez porque sus gritos le molestaban entonces tomó unas tijeras del cajón de su escritorio y destruyó sus tímpanos. Cuanta tranquilidad sintió al no ver, oler ni oír absolutamente nada. Lo peor fue que cuando advirtió que con sus manos podía sentir y que si lograba cortarse una ya no podría hacer lo mismo con la otra. Cayó de rodillas al suelo y ahogado en tremenda pena lloró ya sin lágrimas a la vez que sentía a su corazón latir velozmente y esto más pena le traía y creció tanto su lamento hasta que de repente dejó el latido de su corazón sentir.